Enamorarse del Aprendizaje: una Lección Desde las Montañas de Cundinamarca
La tentación de la deserción escolar tiene diferentes caras, una de ellas es la de San Bernardo, un pueblo escondido en las montañas de Cundinamarca a tan solo 99 kilómetros de Bogotá. Este lugar, lleno de color, se caracteriza por la actitud de sus habitantes, especialmente, los estudiantes de la Institución Educativa Rural Departamental Andes, ubicado en una región agrícola, quienes no se rinden ante las adversidades y luchan día a día por cumplir sus sueños.
Como lo cuenta doña Berta, rectora de esta institución, los niños al pasar de la básica secundaria a la media, muchas veces empiezan a sentir ganas de cambiar de planes y dejar su escuela. Algunos de ellos no quieren continuar, otros se quieren pasar a la educación para adultos, pero independientemente del motivo, siempre hay un denominador común: el tema económico.
Construyendo historias de emprendimiento rural
En 2020 cuando llegó la Fundación Barco con su programa ESCALA, inició una fase de priorización y de entender realidades para posteriormente explorar alternativas que permitieran implementar una estrategia para reducir la deserción escolar y hacer que los niños y jóvenes terminaran sus estudios. Sin embargo, no se trataba solo de entender lo que estaba sucediendo, sino de encontrar una solución aplicable que además conectara con las capacidades que tiene el territorio y de ahí nacieron los proyectos productivos con los que hoy cuenta la I.E.D Rural Andes.
San Bernardo es una tierra agrícola y es conocida como la despensa de la región, por lo tanto, estos proyectos productivos tenían que estar enfocados en enaltecer esa tradición local y hacer que estos niños y jóvenes se enamoran de los frutos que les entrega esta tierra, de la que hoy en día hacen parte. Por eso, el programa ESCALA de la Fundación Barco, que trabaja con las comunidades para enamorar a los estudiantes de sus procesos de aprendizaje, camino para su progreso y bienestar futuro, a partir de sus entornos particulares, los acompañó para que cumplieran su sueño de tener sus propios proyectos productivos.
Hoy en día ya están consolidados proyectos de gallinas ponedoras, cerdos de engorde, cultivos de lombrices y hasta materas artesanales, con las que generan ingresos y al tiempo forman su alma y sus aptitudes emprendedoras.
Estos son sus sueños hechos historias:
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