Un oasis de esperanza
Un oasis de esperanza
Con una sonrisa en los labios y la felicidad de quien recibe el regalo que tanto ha soñado, Yaira Alejandra pone sus manos bajo un hilo de agua fresca y bebe un sorbo para calmar su sed. Son apenas las 8 de la mañana y ya se siente la algarabía. El sonido de las risas de sus compañeros envuelve el ambiente de la Institución Educativa Palmira, que este día se ha vestido de fiesta.
Y no es para menos. Ubicada en el corregimiento Palmira, en Toluviejo (Sucre), al norte de Colombia, esta institución educativa, al igual que todo el territorio que la rodea, nunca ha tenido acceso permanente al agua potable. Resulta paradójico que en una región circundada por diferentes afluentes de agua, sus habitantes dependan del suministro a través de carro tanques. Suplir esta necesidad es solo el inicio de la transformación de este territorio. Esta es la historia de un sueño que empieza a hacerse realidad.
Fundación Barco y la comunidad unidas
Desde la Fundación Barco, comprometida con el desarrollo social de las comunidades en Colombia, identificamos en este corregimiento, desde nuestro programa de permanencia escolar ESCALA, una necesidad apremiante: muchos niños y niñas abandonan su colegio antes de finalizar sus estudios. Convocamos a estudiantes, docentes, padres de familia y directivos, y con nuestro apoyo, comenzamos a trabajar para descubrir las causas de la deserción escolar y hallar soluciones.
Resultado de este trabajo establecimos dos objetivos claros: lograr que los estudiantes se entusiasmen con sus procesos de aprendizaje y desarrollar una solución que permita el acceso al agua potable no solo para la escuela, sino también para toda la comunidad. La meta es que ningún niño o niña en el corregimiento abandone su institución educativa.
En paralelo al proceso de acompañamiento curricular, desde la Fundación Barco buscamos un aliado experto en temas de saneamiento básico y agua para abordar el problema de acceso.
Gracias a este esfuerzo, hoy en día este objetivo se ha convertido en una realidad: “Para mí es un sentimiento de orgullo poder estar hoy aquí en Toluviejo, en la Institución Educativa Palmira, inaugurando el sistema de potabilización de agua después de más de 2 años de trabajo con la comunidad, tiempo en la cual se identificó un problema y era la falta de agua, lo que afecta de forma directa la deserción escolar. ¿Cómo le vamos a pedir a los niños que se enamoren de sus procesos de aprendizaje, que asistan a la escuela si ni siquiera pueden gozar de la posibilidad de tomarse un vaso de agua después de jugar un partido de fútbol?” dijo Alfonso Otoya Mejía, director general de la Fundación Barco.
Los guardianes del agua
Es difícil imaginar que algo que para algunas regiones del país es tan básico y cotidiano, como el acceso al agua potable, se ha convertido en un motivo de resiliencia para otras poblaciones. Y en el caso de Yaira Alejandra y de toda la comunidad escolar de la Institución Educativa Palmira, era un problema que les presentaba nuevos desafíos día tras día.
Gracias al programa ESCALA de la Fundación Barco, el paisaje de la institución cambió y los sueños de Yaira cobraron vida. Con su alegría característica, Yaira danza al ritmo de la música que acompañó a los invitados durante el evento de inauguración de la solución potabilizadora. Esta solución, con un mantenimiento muy sencillo a cargo de la misma comunidad estudiantil, garantizará el acceso al agua potable para al menos 900 personas durante los próximos 20 años.
Para hacer esto posible, un grupo de estudiantes de la institución se está formando como ‘guardianes del agua’, y tendrán la misión de velar por el buen uso de la solución que han recibido. “Antes el servicio de agua en la institución era de mala calidad, pero gracias a la Fundación BARCO y la Fundación EPM nos trajeron solución, que ha sido de mucho beneficio para la población escolar, para los padres de familia y para la comunidad en general. Y pensamos que este servicio es de vital importancia, no solamente a nivel de la institución, sino también a nivel de la región”, asegura emocionado Domingo Flórez, rector de la institución.
Termina la espera
Tras más de dos horas de espera, llegó el momento más esperado por Yaira: la entrega oficial del sistema de potabilización de agua. Está expectante, mira con curiosidad a sus dos pequeños compañeros que sostienen la cinta verde que sirve de cerrojo protocolario. Quiere conocer cómo funciona ese regalo que han recibido todos en el corregimiento.
Tiene en su mente la cuenta regresiva: “1, 2, aguaaaaa” … Y observa cómo las manos de sus compañeritos tiran con emoción. La cinta cae y los invitados aplauden. Yaira acompaña los aplausos. Ella, al igual que todos sus compañeros presentes, expresan con entusiasmo un fuerte “GRACIAS”. Igualmente, los maestros y padres de familia celebraron este proyecto como un paso significativo hacia la mejora de la calidad de vida y la educación en la institución educativa.
“Antes era muy complejo tomar agua porque no estábamos en óptimas condiciones. (…) Esto nos ha cambiado nuestras vidas porque también nos han enseñado a cuidar el agua y a tratarla. El recurso de la filtración del agua que nos permite tener agua potable también nos genera un gasto menor porque antes nos tocaba comprar el agua y ahora no”, expresa con emoción Yaira Alejandra.
Este proyecto nos enseña que, a través de la colaboración y el compromiso, podemos superar los desafíos y llevar la esperanza y la transformación a lugares donde más se necesitan. La potabilización del agua ha llenado de alegría a todos en el corregimiento Palmira, iluminando un camino hacia un futuro más brillante y prometedor para todos sus habitantes. Y para Yaira Alejandra, se convirtió en un oasis de esperanza que le permitirá disfrutar y aprovechar al máximo su proceso educativo en la institución.
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